Esta canalización esta llena de sentimientos, amor, sabiduría
y esperanza. Muestra la verdadera María Magdalena, vale la pena leerla he sentido
que este mensaje se tenia que difundir, es maravilloso.
HABLA LA MAGDALENA
Canalizado por Gillian MacBeth-Louthan
Yo soy la vibración, la energía y la claridad de la que
se conoce como la Magdalena. A medida que el Tiempo escrito se desengancha,
busca los cuentos antiguos que ha traído a rastras por demasiado tiempo. Yo,
como la vibración de la Magdalena, he esperado este tiempo, este día, este
lugar, para anunciar en la plenitud de la Luz ante Dios, país, hombre y
religión, lo que verdaderamente significa amar tan profundamente a un hombre
que se ha Cristificado y al que se lo ha visto más brillante que un sol. He
esperado mucho para ser reconocida como compañera en la Luz. En este
reconocimiento de mi unión con Cristo, no deseo desmerecer a otros ni intimidar
a ninguna religión, inclinándola hacia mi verdad. No deseo causar controversia
en un mundo que ya está lleno de agitación.
Yo represento a todas las mujeres. A aquellas que aman
sin motivo ni justificación. Aquellas que lloran por todos los que se niegan a
sentir o mostrar dolor. Represento lo que no tiene fundamento y sin embargo es
eterno por naturaleza. Aquello que no cesa. Yo soy el texto oculto dentro de la
luz que expone lo que está en lo profundo de las entrañas del tiempo. Siempre
me han representado como bosquejos en el tiempo para mostrar lo que estaba
oculto. Yo también luché contra mis miedos y pesadillas todos los días mientras
andaba por un mundo que estaba profundamente dormido. Un mundo que no podía ni
puede ver lo que tiene delante.
Todo lo que he representado desde el comienzo del tiempo
es una posibilidad femenina Crística. Yo represento a la Diosa, la madre, lo
femenino dentro de todo lo que es humano y femenino. Yo sólo reflejo las
habilidades que necesitan adoptar quienes siguen mis enseñanzas, para permitir
que por fin se vea este matrimonio sagrado en la plenitud del tiempo y del
texto sagrado. He reconocido mi propia divinidad al aceptar al Hijo de Dios
dentro de mi propio corazón y cuerpo. Su sagrada presencia, que reflejaba a la
mía, me consumió. Yo creé desde un ángulo distinto de luz que él, trayendo
nuevos colores al arco iris de la Tierra.
No es que quiera que se me reconozca por los 2000 años
de dislocación histórica, pero sí quiero que la Tierra acepte el hecho de que
un linaje de sangre Crístico vive físicamente en los cuerpos de muchos en la
Tierra. Muchos se han enfocado en la injusticia que se me hizo al barrerme bajo
la alfombra del tiempo y recortarme de las páginas de los manuscritos antiguos,
pero todo eso para mí es agua vertida en el río, no tiene importancia.
Lo que quiero que reconozcan no es lo duro de mi
existencia ni que se la haya ocultado. Lo que quiero sacar a la luz es el
linaje sagrado. Un linaje físico que alberga una miríada de capacidades
sagradas. Muchas religiones de su mundo han mantenido ocultas las verdades,
manteniendo a las masas en tortuosos mecanismos de falsedades. Muchas
religiones ven a Cristo, el hombre, tan sagrado, que haber siquiera tocado o
amado a una mujer deseándola lo rebajaría, lo haría demasiado humano, demasiado
débil, para ser siquiera un dios.
Lo que esto dice alto y claro es que el amor y el
matrimonio no son sagrados, no son divinos y es considerado impuro por muchos
que visten oscuras túnicas de repulsión. Para la religión, la sola idea de que
Jesús realmente ame a alguien, es algo perjudicial para su divina memoria,
dañino para su Santidad. El matrimonio es la creación de una trinidad divina.
Es cuando dos reconocen el profundo amor que los une y crean un contrato divino
bendecido por Dios.
Yo vine a la Tierra como una Hija de la Luz. Una hija de
la luz que se extravió durante muchos años, buscando lo que no podía ver. Una
Hija de la Luz que buscó en muchos textos sagrados y viajó muchas millas para
encontrar lo que era Santo, lo que era verdad y lo que estaba por venir.
En mi humanidad, me extravié y olvidé. Entonces un día
me encontré frente a frente con mi Amado. Cuando la oscuridad de mis ojos y el
azul de los suyos se encontraron, fuimos como dos galaxias que por fin se
tocaban y recordaban que una vez fueron una. La inmensidad de esa conexión creó
un efecto expansivo a través del tiempo.
Siempre hemos sido una Pareja Sagrada, casados a través
del tiempo sin lugar a dudas. Ocultamos nuestro amor en lo profundo detrás de
las miradas, de los contactos, de las verdades que pasaban del uno al otro. El
sabía lo que ocurriría, al igual que yo. Yo había soñado su muerte muchas veces
y él siempre me consolaba por las noches. Eso fue parte de los demonios que él
expulsó ya que yo tuve esos sueños muchos años antes de conocerlo siquiera. El
sabía que todas esas pesadillas me tenían encadenada y dolida. Eran mi
mortificación y entonces él me liberó. Al hacerlo, me quitó un gran velo negro
del corazón, de mis ojos. Vi mi luz y mi destino con tal claridad que nunca
dudé ni una vez de ese conocimiento.
No hay palabras que describan lo solo que estuvo en su caminar
por la Tierra. Habíamos estado en contacto desde niños, muchas veces en el
mismo lugar y, tal como hacen los niños, bromeábamos entre nosotros; de cabello
color caoba y muy travieso. Porque, en su humanidad, él iba a disfrutar de la
vida mientras buscaba las respuestas a las preguntas que guardaba en lo
profundo de su corazón. Sabíamos que nuestras formas humanas terrenales estaban
destinadas a encontrarse, pero a los ojos de un niño, eso estaba lejos en el
futuro. Trabajamos juntos como una sola luz en los éteres y lugares de ensueño.
Siempre estuvimos conscientes de los sacrificios que habían de venir y
atesorábamos cada minuto, cada toque, como perlas, preciosas y únicas.
No me presento para que se me vea como una víctima,
porque yo nunca, jamás fui víctima de nada ni de nadie. Siempre me mantuve
firme en lo que sabía que era verdad y lo que sabía que era el destino.
Nosotros sabíamos que nuestro tiempo sobre la Tierra era minúsculo comparado
con la eternidad. Yo debía permanecer en el planeta y dar a luz un linaje que
sería recordado 2000 años. Cuando los ojos de la humanidad vean a la Magdalena
en cualquier forma, se activará un recuerdo profundo. A medida que ese recuerdo
brota en el corazón y los ojos de la Tierra, la santidad continúa. Imaginen
este ADN Crístico como una ristra de luces de Navidad, que se envuelve
alrededor del mundo.
Yo soy la Magdalena – represento al Cristo femenino.
Represento aquello en lo que se van a convertir en cada aspecto de su vida. Una
mujer que es profetisa, una mujer que puede ver el futuro, una mujer que sabe
que cada minuto cuenta, una mujer que reconoce su sacralidad y su capacidad
para interactuar con toda la vida y la Tierra. Eso es lo que les doy como
regalo.
La Magdalena llevó a la niña Crística a la Gran Pirámide
para recibir la descarga completa de la semilla Crística. La fuerza de la Gran
Pirámide activó a la niña difundiendo a todos los puntos de luz en las
estrellas. Un vórtice de amor nació dentro de un vórtice de poder al
encontrarse tres y convertirse en Uno. El lugar sagrado avanzó en su propia
evolución postergada al tener lugar esta acción desinteresada.
La niña nació prematuramente. Al ser pequeña y de
naturaleza delicada, esa descarga aseguró su supervivencia. Entonces se
completó la trinidad en obra y destino. La hija Crística del matrimonio sagrado
se anticipó debido al estrés de la Magdalena y la pérdida y trasmigración de su
más profundo amor. Hubo muchas lágrimas, pero se contuvieron muchas lágrimas
más, su cuerpo se volvió tóxico por la emoción mientras llevaba a la hija de la
luz en su vientre. La niña llegó prematura e inesperadamente en un lugar que
sólo el destino conoce. La tierra misma se movió ese día tal como se había
movido la estrella durante el nacimiento del propio Cristo. El menos sagrado de
los lugares se volvió sagrado y hasta este día y momento, nadie lo ha visto.